Por Pedro Campusmana

Puedes dejar atrás el bullicio de la ciudad, las llamadas y los mensajes del celular, así como algunas ideas que rondan la mente para observar y oír cosas sencillas, pero a la vez reconfortantes para el alma como, por ejemplo, el sonido del viento y de la naturaleza e historias del Perú ancestral entre tunales y dioses míticos a través de una caminata llena de aventura.

El recorrido por el valle de tunales se presta para los amantes de la fotografía y el trekking.  Se trata de un camino sinuoso con abundante vegetación, propia de la zona donde prolifera el insecto de la cochinilla, del que se obtiene uno de los mejores colorantes naturales (E-120).  También podemos apreciar frutos llamados tunas, algunos árboles al ras de la trocha carrozable que dan sombra y descanso al caminante, así como también una variada floración en parajes de ensueño que hacen rememorar las películas del viejo oeste.

Para llegar a la cima del cerro Siclacancha, el trekking es de dificultad media por ser terreno eriazo y muy empinado con posibilidades de resbalar, pero ahí están los amigos para apoyarse y animarse con el objetivo de llegar a la meta.  Al llegar a la cumbre, el espectáculo de la quebrada Sisiyaya o Sisigaya es impresionante, además que podemos ver infinidad de rocas de todo tamaño que nos permiten dejar volar la imaginación divisando innumerables formas.

Al pasar el bosque de piedras, a los 40 metros de altura, se luce la majestuosa Cabeza de León.  Ahí mismo, el alcalde Neptalí Carrasco Torres y la oficina de turismo de su jurisdicción preparó un pago a la tierra para pedir permiso a los Apus de visitar esta tierra y recibir sus bendiciones.  Además, se narró la épica batalla entre Manañampa, la mujer de Huallayo Carhuincho, y el Apu Pariaqaqa,  cuyo hijo llamado Chuquihuampo quedó cojo y decidió quedarse aquí como protector. Según se relata en el capítulo 8 del manuscrito quechua ‘Dioses y Hombres de Huarochirí’, Chuquihuampo se convirtió en este peñón petrificado.  Esta leyenda quechua fue recogida por Francisco de Ávila en 1598 y fue traducida al castellano por el escritor José María Arguedas.

En la parte baja de esta roca hay vestigios de arte rupestre que se encuentra maltratado y en pésimas condiciones de conservación. Prácticamente es un lugar abandonado y por ello urge realizar un estudio cuidadoso para identificar las figuras antropomorfas y desde cuándo data su origen. En este sentido, el burgomaestre se comprometió a buscar ayuda de las autoridades competentes para la restauración y puesta en valor de esta zona, así como trazar un plan para implementar el acceso al recinto.

El tiempo estimado del recorrido es de 1 hora y 40 minutos, pero todo dependerá del ritmo con el que vaya cada uno. Se recomienda venir con zapatillas de trekking, gorra o sombrero, bloqueador solar, repelente para mosquitos, ropa ligera, agua y bolsa para los desechos, de manera que no se contamine y se pueda conservar este importante patrimonio cultural y natural. Tampoco olvidemos usar doble mascarilla, llevar alcohol en gel y mantener el distanciamiento social.

Este lugar turístico se encuentra en Santa Cruz de Cocachacra, uno de los 32 distritos de la provincia de Huarochirí perteneciente al departamento de Lima. Esta localidad está a dos horas y media de Lima, en el kilómetro 53 de la Carretera Central. Está a una altitud de 1,400 m.s.n.m., su clima es cálido y su gente acogedora.

Para mayores informes y datos de acceso a este sitio turístico, pregunta por la oficina de Turismo de la comuna o llama al (+51) 995 565 340 donde te atenderán gustosamente.